lunes, 11 de enero de 2016





                                      Las Cuevas

      Salgo sin dirección y no sé donde.
Una vez en el exterior de la puerta, elevo la vista, y así ver un
un nuevo amanecer de primavera. Inicio el camino en dirección
hacia la cueva la Mora,  en el camino me encuentro una fuente
con dos pilas de mármol que hacen de abrevadero. Bajo una
hilera de Olivos milenarios hay done las mujeres lavan las
mantas, una vez pasa el invierno,

Son varios los años sin visitar la fuente, donde nace el agua del
subsuelo de mis viejos Olivos. Olivos que labré siendo joven y al 
labrar nos obligaban a verter la tierra sobre la boca, así ir la
tapando, con el ala de la vertedera. Siempre me hago la misma
pregunta ¿Qué hay dentro de la cueva?... Sigo el camino hacia la
cueva la mora. 

Al llegar a la cueva, de frente, veo un letrero ¡Alfarería
Francisco!. Él extrae la tierra grasa, húmeda, la que modela con
sus manos, y la sitúa en el exterior en tablas, sobre la loma donde las
deja a secar. Al llegar a la puerta, la veo cerrada con palos
entrelazados. Trato de entrar al interior con una lámpara sobre la
frente, recorro las galerías de tierra grasosa y arcillosa, esa tierra
que modela con las manos y así hace los utensilios de barro. Al
fondo veo una claridad, sigo hacia ella, cada vez la veo más clara.
En la margen izquierda, una amplia cueva y una rampa de tierra
entre matorrales que entran del exterior. Trato de salir a través 
de las ramas y no puedo, las fuerzas me flaquean, paro a
descansar. Me viene a la mente que tal vez sea aquello que al
labrar iba tapando.

Sigo arrastrando la tierra hasta salir al exterior. Una vez en el
exterior, entre mis viejos olivos del Castillo, los que nos obligan al
labrar con el ala de la vertedera y así se va rellenando la sima, me
quedo intranquilo. Me interno en el interior, inicio el camino a la
inversa. Una vez centro mi mente veo aquello que nunca
pude imaginar, ¡Esqueletos humanos!. Por falta de luz, coloco los
pies pisando donde no debo y sólo pienso ¡ Qué vida !, ¡Qué mundo es 
el que vivo y no lo puedo entender!.

                                     Andrés Ramón Gil 


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