¿ QUIÉN ERES?
¡Quién eres tu? ¿Quién eres?
en está cueva del vino, yde añoranza.
Trepando como la hiedra, por los bancales, lentos callados.
Los bueyes , en campode hoja secas quedan si alma.
Corte la uvadel viñedo, y en cuevanos sobre los bueyes hasta
llegar al lagar, alli pisamos la uva, y l eextraemos el mosto.
Hoy e visto el Sol , desde la ventana, a través de
aque monte lejano, ¡el resplandor!, quedo en mis manos.
¡para que tocar! para que entritecer,
aquella cepa que se queja, enferma tiene la piel.
Vamos andando el camino, y la niebla nos evuelve,
el eco de las montañas, lo lo que hablamos ella entiende.
¿Abuelo, tú me as contado historias?
Una vez en el majueko, y clasifiar lla uva y que nuca
toque el suelo.
Este nuevo amanecer, me despierto con la mirada risueña,
con el olor de la uva la que trnsportan lo bueyes.
Son recuerdos y añoranzas, cargadas de pasión y fuego,
en la inmensa soledaz, hay un cuerpo de mujer.
Qque el amor yano esta solo, entre las llamas del fuego,
que se extienden por las raics, a lo ancho del majuelo.
Ella se encuentra tan sola, llena de pajarod negros,
los que nodeja el verano. ¡Detras! Tormentas de Otoño.
A través de las montañas, los cuevanos llenos de uva,
sobre el lomo de los bueyes.
¡Abuelo!, ¡Que despacio caminamos!
Y nos frotamos las manos,
con los granos de la uvas...
¡Aquellos que nos dejamos!
Andrés Ramón Gil
¿Abuelo, tú me as contado historias?
Una vez en el majueko, y clasifiar lla uva y que nuca
toque el suelo.
Este nuevo amanecer, me despierto con la mirada risueña,
con el olor de la uva la que trnsportan lo bueyes.
Son recuerdos y añoranzas, cargadas de pasión y fuego,
en la inmensa soledaz, hay un cuerpo de mujer.
Qque el amor yano esta solo, entre las llamas del fuego,
que se extienden por las raics, a lo ancho del majuelo.
Ella se encuentra tan sola, llena de pajarod negros,
los que nodeja el verano. ¡Detras! Tormentas de Otoño.
A través de las montañas, los cuevanos llenos de uva,
sobre el lomo de los bueyes.
¡Abuelo!, ¡Que despacio caminamos!
Y nos frotamos las manos,
con los granos de la uvas...
¡Aquellos que nos dejamos!
Andrés Ramón Gil
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