LA
CENA DE NOCHEBUENA
En
la cocina hervian los pucheros, la gente entraba y salia , hablando,
riendo, a veces tropezando.
-
!Hay que dejar salir antes de entrar!, aconsejaba Pedro, el abuelo.
Porque
allí, se juntaban unos padres, hijos, yernos, nueras y nietos.
Menuda tropa. Unos atendían la cocina, a cuyo frente estaba Maria,
la matriarca. Con el pelo blanco recogido en un moñito, su cara
llena de arruguitas, su mirada limpia, transparente y una voz dulce,
cariñosa.
Otros
montaban la mesa, enorme, porque eran un montón. Se sacaban
manteles, servilletas, cubiertos, vasos. En fin, todo lo necesario
para celebrar la cena.
Nadie
estaba ocioso, hasta las pequeñas gemelas, recien nacidas, aportaban
su granito de arena, estando calladas en sus capazos.
Poco
a poco, van terminando los preparativos. La mesa, ataviada y
engalanada para la ocasión.
En
la cocina también daban los últimos retoques a la cena.
En
eso, Pepa dijo en voz alta:
-
¿Dónde está la mamá? Van a conectar y no lo va a ver.
-
Que si, no te preocupes, se está retocando un poco. Añadió
Rosario. (ambas hijas de María).
Ya,
cada uno de los comensales, va tomando asiento.
Pedro
y María, los abuelos, se ponen en la cabecera de la mesa, los dos
juntitos; se cogen de las manos, están nerviosos porque de un
momento a otro conectarán con el resto de la família.
Se
hace el silencio. Ya ha llegado la hora.
Ante
ellos, poco a poco, se abre o más bien se despeja como una nube, y
se empiezan a ver personas preparandose para la nochebuena.
-
Mira, dice María, ahí está Carmen, que guapa mi hija, y nuestro
yerno y las nietas, que bien que están, que felices parecen.
Luego,
sucesivamente, van saliendo imágenes de otros familiares.
Rosario
se emociona
-
He sido bisabuela otra vez!. Que niña más linda.
Y
cada uno de ellos, ven con emoción y un poquito de nostalgia, a sus
seres queridos que aún no han llegado. Pero lo harán. Y ellos
estarán allí, esperándoles, para darles la bienvenida, haciendo
cada vez más grande la família.
En
ese sitio, en la eternidad, donde hay paz, amor, felicidad, armonia.
En ese lugar donde no hay dolor ni sufrimiento. No hay lágrimas,
donde hay de todo y para todos.
Ellos
no tienen prisa, saben que tarde o temprano se encontraran.
Ya
ha pasado el tiempo que tenían, la nube despacito se vuelve a
cerrar.
Entonces
Pedro, se levanta y dice:
-
Bueno, ahora vamos a cenar, que hoy es nochebuena.
C.B.
C.B.
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