lunes, 16 de mayo de 2016

EL MOMENTO PREFERIDO

   

La tarde brumosa y gris  invitaba al aburrimiento y al hastío. El frío tampoco ayudaba a ningún  plan que tuviera que ver con salir fuera de  casa. Dio unas cuantas vueltas por el salón. Finalmente se dirigió a la cocina con la sana intención de buscar algo con lo que ponerse a glotonear un rato y, al mismo tiempo que movía las mandíbulas mover también el cerebro, a ver si se le ocurría algo que le pareciera divertido. Cuando iba por el cuarto bombón y su taza de café ya estaba a medias, se le ocurrió que así, por pasar el tiempo, iba a elaborar un asesinato. El de su vecino de arriba por ejemplo, que le tiraba las colillas al balcón, incluso a veces jugando a que cayera en una de sus macetas. ¡Bien! Puede que esta idea le hiciera divertida la tarde. A ver... a ver... Se imaginó a sí misma subiendo, llamando a la puerta, al vecino abriendo con esa expresión de bobalicón borde que le caracterizaba, y ella interesándose por lo ocurrido una semana antes con su perro, ofreciéndose para cualquier cosa que pudiera necesitar, insinuándose con la mirada, sin necesitar siquiera una frase completa, rotunda, explícita. "Todo lo que precises de mí",  le diría con voz sensual. Imaginaba su expresión de extrañeza mal disimulada con otra de complacencia y una rápida y morbosa mirada a su cuerpo; la cara del que se las sabe todas con las mujeres. Él diría: ¿lo que precise? "Sí contestaría ella con cara de zorrilla". Él queriéndose hacer el caballero le propondría una cena en su apartamento, ¡perfecto! para qué más preámbulos, ahí era donde ella quería llegar.
 Un buen postre de frutas , que resultara a la vista muy apetitoso, cuanto más apetitoso mejor. acompañado de un vino dulce con la dosis necesaria de mercurio para que muriera lentamente. De repente le pareció aburrida la idea, de repente volvió al hastío. Seguir especulando  con el asesinato ya no le apetecía. Fue a la cocina, empezó a prepararse otro café mientras se imaginaba de vuelta al sofá con el café, los bombones y divagando mentalmente en todo y nada, era lo que hacia con más facilidad, más que eso, era un vicio difícil de superar, un vicio como cualquier otro y nada más. Era su vicio. Era su momento preferido.

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