martes, 3 de mayo de 2016




                           Cuando se fueron todos

          "Yo me quedé a solas con mi alma"

          La Plaza rectangular con la fuente, sin una lágrima de agua.
          De balcones solitarios se han poblado de hombres que cantan,
          hombres que sueñan y yerguen, en el umbral de la mañana.

          Las flores daban su carmín, allá en las praderas lejanas.
          La piedras doblan si carmín, allá en las praderas lejanas.
          Todo resurge, clama, viven, mueven pezuñas y alas.

          Salgo hacia el Ordinal, las lagrimas de roció, alumbran el camino,
          al pasar por la ermita de San Roque, el camino se bifurca en
          dirección Carra Billa. Sigo el camino bajo la falda de la sierra, la
          niebla baja, es un camino sinuoso ahí donde las lineas rectas no
          existen , mi cuerpo sufre.

          Una vez llego al rellano del desfiladero, escucho el murmullo del agua, agua
          que no puedo ver, a causa de la niebla. De frente, un Olmo de grandes
          dimensiones y con el verde de las hojas me atrapa el alma,
          justo al lado un suave Tilo blanco.

          Inicio el camino en ascenso hacia el desfiladero, sobre el margen izquierdo de
          la ladera. arbustos y un Arce plateado, resaltan la bella sierra, mi vista queda
          impactada. Continúo hasta llegar al nacimiento del rió, una vez en la parte superior,
          bajo una inmensa roca, ahí donde nace el agua del interior de la cueva un                                               sonido ensordecedor, agua que se desliza por este desfiladero.
          ensordecedor, agua que se desliza por este inmenso desfiladero.

          Sigo el camino hacia la laguna, entre monte bajo y aliagas, a mi derecha, una
          Carrasca de inmensas dimensiones, sobre la misma varios Buitres
          leonados, con la mirada fija hacia la laguna, me desplazo hacia ella. Una vez
          allí, me quedo sentado bajo la sombra de un Tulipero, admirando este bello
          paisaje. Veo como las cigüeñas disfrutan bailando, en el agua bella de esta
          inmensa laguna, camino hacia Extremadura.

          Me dirijo hacia el desfiladero, voy descendiendo, me acompaña el sonido del
          agua. De frente, veo una casa de madera, es la que habita el guarda, al entrar
          abro las ventanas, de frente, una majestuosa estampa: "La bella Sierra".

          Desciendo de la sierra, llego al rellano de césped verde, con bancos de
          madera, cruzo por el puente de piedra, de frente el Olmo inmenso, lo abrazo y
          sigo mi camino. Al llegar a la plaza...

              "No había nadie"

                                 Andrés Ramón Gil


       

       
       
       

       

       

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