lunes, 14 de diciembre de 2015


AL VISITAR MI CASA
En la higuera asoman las uñas, de aquel gato huraño.
Bajo las hojas caídas,
siento el runrún de una paloma herida.
Veo aquel viejo reloj,
y con el sonido del péndulo quedo dormido.
Eso es lo que vi.
Aquella noche, al volver a mi casa.
¡Vi! el rescoldo del fuego apagado.
¡Vi! la navaja oxidada.
¡Vi! entre las sábanas, un cuerpo en tinieblas.

Y el moho de un clavel, que gotea una vez desojado.
Y la gota congelada del pernil colgado.

Esa noche aprendí lo que estar sólo,
sólo en mi casa.

Acompañado de cuadros antiguos de familia lejana,
y el moho de humedad, en las tinajas de agua.
Una vez en la cueva.

¡Vi! las pintadas de sangre de aquella matanza.

Pintadas de sangre, en la corte del cerdo,
sobre la pared.

Fue entonces, cuando el viento,
sopló desde el jardín su cáncer verde;
sobre el barreño roto,
el mi bello, se erizo como espinas.

Aquella noche, me quede en mi casa,
me detuve a mirar, y no tuve respuesta.

Y en silencio encontré hombres dormidos…

Andrés Ramón Gil


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