lunes, 14 de diciembre de 2015

Misterio

El triangulo de las Cuevas (Andrés Ramón Gil)
Salgo sin dirección, y no sé ha donde. Una vez en el exterior de la puerta, elevo la vista, y así ver un nuevo amanecer de primavera. Inicio el camino en dirección hacia la cueva del Castillo situada entre viejos Olivos milenarios. Allí se encuentra la fuente, con las dos pilas de mármol, que a la vez hacen de abrevadero. Ay donde las mujeres lavan las mantas, una vez pasa el invierno.
Son varios los años sin visitar la fuente, donde nace él agua del sus suelo de mis viejos Olivos. Sobre la fuente aquellos que yo labre siendo joven, aún recuerdo el triangulo de las cuevas, la del Castillo, que al labran nos obligaban, a verter la tierra con el ala de la vertedera hacia la boca, así ir tapando. Siempre me hago esta pregunta ¿Que hay dentro de la cueva?
Sigo el camino hacia la cueva de la Mora. Al llegar sobre la misma veo un letrero, ¡Alfarería Francisco!, el que extrae con útiles la tierra grasa y húmeda, la que moldea con las manos una vez que hace lo necesario para la comarca, lo sitúa en el exterior sobre una loma, ¿en tablas donde los deja a secar?.
Al llegar a la puerta está cerrada, con palos entrelazados, trato de entrar al interior, con una lámpara sobre la frente, recorro las galerías de tierra grasa y arcillosa, las que modela y hace los utensilios de barro. Al fondo, veo una claridad sigo hacia ella, cada vez lo veo más claro, en la margen izquierda, una amplia cueva, con una rampa de tierra, llena de matorrales que entran del exterior, trato de salir atreves con una rama pero no pudo, me paro a descansar y me viene a la mente será tal vez.

Sigo arrastrando la tierra hasta salir al exterior, una vez exterior, veo que estoy entre los viejos olivos del Castillo, los que nos obligan a labrar con el ala de la vertedera así se va rellenando la sima, me quedo intranquilo. Me interno, en el interior inicio el camino, en dirección a la inversa, una vez iniciado mi mente ve aquello que nunca pude imaginar. Esqueletos humanos al caminar coloco los pies pisando donde no debo, y solo pienso que vida, que mundo, es el que vivo y no lo puedo entender.
Andrés Ramón Gil


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