lunes, 21 de diciembre de 2015

Los gestos.

Pobre desgraciado.

La sala de espera es enorme, semi-acristalada, de paredes blancas y plantas en los rincones. 
Entra un hombre, va vestido con un traje de Armani y una camisa blanca de Lacoste. Lleva unos mocasines blancos de Gucci. Sin sacar las manos de los bolsillos se sienta en una de las dos sillas que hay en la sala, la que esta apoyada junto a la pared derecha.

Vuelve a abrirse la puerta, otro hombre entra, viste una traje normal sin marca, una camisa color mostaza y zapatos marrones.

El primer hombre lo mira de arriba a abajo, sin llegar al contacto visual. Se percata de que al nuevo, le falta no solo un brazo, sino los dos, pues el derecho es una prótesis bastante mal disimulada, muy poco estética.
"Pobre inútil, pobre desgraciado" piensa. La victoria ya es suya, no tiene rival.

Los dos hombres están sentados unos frente al otro. El tiempo pasa... 
Lo que ninguno sospecha es, que desde el mismo momento en el que pusieron un pie en la sala, están siendo observados.
El del traje de Armani no para de atusarse el cabello, su pie es un repicar constante contra el suelo. No ha mirado ni una sola vez al otro, su mirada se ha perdido al otro lado de la ventana, en el exterior.
Por el contrario, el hombre sin brazos ha mantenido intermitentemente el contacto visual, con el brazo y pies ligeramente abiertos, denotando relajación y conciencia postural. Luce una sonrisa en los labios que le produce arrugas junto a los ojos y el leve descenso de las cejas.

La decisión es aparentemente sencilla, muy sencilla en realidad, la decisión ya está tomada. Solo hay un pobre desgraciado en esta sala, va vestido de Armani y lleva mocasines blancos.

PEVIMA.

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