Sensación-Emoción-Sentimiento.
Antes
de salir, Puede escuchar el runrún que provocan las voces de las
miles de personas que hay congregadas allí. Inquietas esperan con
impaciencia a que él haga su aparición. Ese murmullo constante que
poco a poco va subiendo de nivel y que se asemeja al zumbar de las
abejas hace que le tiemblen las piernas y que una sensación de
intranquilidad le oprima el pecho y se apodere de todo su ser.
Nervioso
da pequeños saltitos como un canguro y se restriega las manos contra
el pantalón. Sus compañeros le dan palmaditas de ánimo en la
espalda, saben que todavía es joven para haber llegado tan lejos,
tan alto. Se santigua y adelanta el pie derecho, entrará con el pie
derecho de eso no cabe duda, no es supersticioso pero no quiere
tentar a la suerte. Para tranquilizarse piensa en las palabras que su
padre le ha dicho esa mañana: “Que no se te suba la fama a la
cabeza, se siempre humilde, mantén en todo momento los pies en la
tierra”. Sabe que él estará allí entre toda esa gente,
orgulloso, teniendo ojos solo para él, hinchado como un pavo.
Inconscientemente
buscando protección y confort se traslada con el pensamiento a su
primera vez. Recuerda el viaje en autobús desde el pueblo, los
cánticos, las pancartas y banderas. Recuerda el enorme control de
seguridad y como apretaba con fuerza la mano de su padre. Recuerda
como la gente en pie, cantaba el himno a voz en grito,
desgañitándose. Recuerda los vítores, los silbidos, los aplausos.
Recuerda también esa primera e intensa emoción de orgullo que con
el tiempo ha terminado transformándose en un sentimiento consciente
y duradero de pertenencia.
Suena
el himno del partido, el himno de la victoria. Suspira y ya más
tranquilo sale triunfal al balcón, donde ruge la marabunta, donde
miles de personas le reciben con aplausos y le vitorean al grito de
“Presidente, presidente”.
(Pevima).
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