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A
PARTIR DE UN COMENTARIO-
Me
contaba la abuela el otro día que te acompañó a la Comisaría de
Policía para que te hicieran tu primer D.N.I.
Yo
recuerdo muy bien ese día. Era más mayor que tú y necesitaba
tenerlo para un viaje o algo así. También recuerdo que en la
certificación literal de nacimiento que tuve que llevar me asignaban
un año más, por lo que llegué a los dieciséis mucho antes que mis
compañeros de instituto y hubiera podido entrar en las discotecas
también antes que todos ellos. Pero claro, los esperé, dónde iba
yo sola? Aún veo la firma que estampé en aquel papel semiazul
parecido a un billete de quinientas pesetas. El nombre, los
apellidos. Con todas las letras. Una simple elípse alrededor y dos
pequeñas comitas encima de la raya. Tardé más de un mes en tenerlo
y fui con el cochambroso cartón blanco sustitutivo, sin foto y sin
edad, metido en mi cartera hasta que llegó la carta. Una de las
primeras cartas importantes de la vida.
Mira
que eres lista con tus siete, casi ocho, años. Pecas, cómo no, de
egoismo y brabuconería, siendo a veces tus comentarios y palabras de
lo más salvajes e hirientes que se puedan oir. Claro que responde a
tu sinceridad límpia y feroz, sin tapujos, sin predeterminar nada.
Eres valiente como todos los niños, como los animales ante lo
desconocido cuando su curiosidad o su temor supera a su conocimiento
o memória.
Caminabas
con la abuela y la viste arqueada, blanca, fría su mano alrededor de
la tuya. Cayó de rodillas en la tierra roja del descampado que
atravesabais para llegar al autobús. Sus ojos se cerraron, no había
palabras, ni respuestas a tus preguntas. Nadie, no pasaba nadie. No
había más que el sonido cercano de los coches en la carretera. Tu
mirada voló de lado a lado como un ave que espera encontrar el
comienzo del fatal error de su presa. Y la viste, delante de las
moles de ladrillo y balcones de banderas multicolores extendidas que
había a la otra parte de la carretera, estaba la parada de autobús.
Había gente y corriste hacía ella gritando y alargando tus brazos
hasta el cielo.
Qué
bien que estuvieras allí. Que bien que seas tan decidida, tan
valiente.
La
abuela está estupenda aquí sentada en la cama del hospital y se ha
puesto a llorar cuando ha visto la foto que le has enviado por wassap
de tu D.N.I. con tu firma, con todas las letras y un pequeño corazón
dibujado al lado de tu nombre.
Por
Elena Herrero
ME HA GUSTADO MUCHO ELENA.
ResponderEliminarGracias guapa y feliz navidad
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